La meditación budista está de moda, lo curioso del tema es que los psicólogos han encontrado en ella un estupendo nicho de mercado puesto que el desprestigio social de la práctica de las grandes religiones cristiana, judía o musulmana, parece haberse instalado en nuestra sociedad occidental, que ahora busca valores religiosos revestidos de cientificidad y, si pueden ser llamados con una palabra extranjera mal traducida, mejor.
Mindfulness, literalmente, quiere decir: Mind (mente), full (llena), nothing-ness (vacío o nada).
Si acudimos al Diccionario nos encontramos las siguientes definiciones de meditación:
- Pensamiento o consideración de algo con atención y detenimiento para estudiarlo o comprenderlo bien. Sinónimo de reflexión.
- Oración o rezo que se hace en silencio, o reflexión intimista sobre algún tema espiritual o trascendente.
Todas las religiones han utilizado la meditación como una vía de conocimiento y oración. Especialmente interesante, porque pertenece a nuestra cultura, es la meditación propuesta por Santa Teresa de Avila en sus libros Camino de Pefección o Castillo Interior, también conocido como Las Moradas, allá por el 1564, pero hay muchos otros ejemplos.
En la actualidad, la práctica de la atención plena, heredada de la tradición budista, se está empleando en el ámbito de la psicología de occidente para aliviar diversas condiciones físicas y mentales, incluido el trastorno obsesivo-compulsivo, la ansiedad y la prevención de recaídas en la depresión y la adicción a las sustancias adictivas, tanto en la población general como en el sector infanto-juvenil. Pero su práctica se ha extendido desde la práctica sanitaria a los negocios, la enseñanza o el mindfulness para todo.
La cuestión es que el negocio de estos vendedores de Mindfulness, lo han desvestido de su esencia y razón de ser, que es alcanzar la Iluminación o la Unión con Dios, para hacer de ello una técnica fácilmente asimilable por el occidentalito de a pie, con lo que esta práctica pierde su finalidad última y con ella sus mayores beneficios.
Esto mismo pasó con la práctica del Yoga en Occidente, el yoga nació en la India (como el Mindfulness) y es una práctica de meditación muy común en el hinduismo, que se divide en nueve ramas distintas que van desde las Assanas o Posturas al Pranayama o respiración. Hoy día acudes a cualquier gimnasio a practicar «yoga», y te lo venden como una práctica deportiva que no requiere de especial preparación, desponjádolo así de su esencia y de sus mayores beneficios.
Desvestida esta Meditación de su carácter religioso la podríamos traducir, siguiendo a Stahal & Goldstein, (2010), como:
La vuelta a la religión, para quien, como yo, no la ha abandonado nunca, no es algo malo sino todo lo contrario. Atribuir méritos científicos a la religión en materia de salud viene a ser como peregrinar a Fátima, Lourdes o similar, para mí no hay dudas de que la fe mueve montañas o hace milagros, sobre todo en materia de salud mental, pero de ahí a tratar de justificar por medio de los escáneres cerebrales la «cientificidad» de las prácticas religiosas o filosóficas, va un abismo.
Los «estudios científicos» sobre los beneficios de esta forma de meditación, se basan principalmente, en pacientes con enfermedades psicosomáticas o con altos índices de estrés y ansiedad y se han llevado a cabo generalmente mediante el uso de resonancia magnética funcional (fRMN), que es una forma de medir los cambios metabólicos que ocurren dentro del cerebro mediante una enorme máquina. Puede utilizarse para examinar la anatomía el cerebro, determinar que parte del cerebro está manejando funciones críticas, evaluar los efectos del derrame o enfermedad cerebral, o guiar el tratamiento cerebral.
El aparato es el siguiente y su funcionamiento produce mucho ruido, por lo que puede estar muy bien para medir la actividad cerebral en la meditación, pero no debe ir muy bien para medir otro tipo de actividades placenteras cuya realización requiera, por ejemplo, movimiento (por ejemplo, el baile):
Esto quiere decir que los estudios sobre los beneficios de la meditación utilizando este aparato, deberían combinarse con otros medios como los análisis del nivel hormonal, a fin de poder ser comparados con otras actividades placenteras, incluyendo la práctica de otras meditaciones religiosas, porque lo mismo recuperaban las bondades de la práctica religiosa y de sus tradiciones.
Que la neurología está vanzando una barbaridad en las últimas décadas no quiere decir que su utilizacion tenga sentido para justificar las «neurotonterías» de todo orden que se están publicando con el fin de vender productos o actividades como el mindfullness, el coching, las «bebidas isotónicas cerebrales», el queso o el chocolate. En este sentido la charla en TED de la Dra. Molly Croquett es muy clarificadora al respecto:
Dra. Molly Crockett: Cuidado con las neurotonterías