Mis padres me enseñaron que la mejor herencia que podía dejar a mis hijos era una buena educación y creo firmemente, que este es el mejor legado que podemos dejar a nuestros infantes y jóvenes, la base para que puedan crecer y desarrollarse como personas completas y felices.
La Declaración Universal de Derechos Humanos recoge y protege el derecho a la educación de todos los seres humanos como uno de los cinco derechos culturales básicos, puesto que este derecho debe proporcionar a los individuos y las sociedades las capacidades y conocimientos necesarios para convertirse en ciudadanos empoderados, capaces de adaptarse al cambio y contribuir a su sociedad, a su economía y a su cultura.
Resulta obvio que la educación es esencial para un desarrollo humano en armonía con el planeta (sostenible), que acepte y respete la diversidad (inclusivo) y que promueva sociedades del conocimiento capaces de enfrentar los desafíos del futuro con estrategias innovadoras.
Pero, la buena educación va más allá de los conocimientos o el estatus social de la persona. Es una cuestión de valores, de civismo y respeto hacia el otro, de saber estar. Es la base de lo que somos y de lo que podremos llegar a ser. Es crear ahora los cimientos de nuestro futuro.
Y aunque nuestras leyes, siguiendo lo establecido por la Convención de la ONU sobre los Derechos del Niño, de 20 de noviembre de 1989 (UNICEF, 2004) en su artículo 29 , establecen que el derecho a la educación de los niños debe ir encaminado a desarrollar al máximo sus posibilidades y que es obligación del Estado brindarles protección y garantía de su cumplimiento, la realidad en las aulas no siempre se corresponde con este desideratum, que se ve afectado por numerosos factores que van desde la ignorancia, a la falta de medios personales o materiales, la falta de voluntad, la desidia o la inexistencia de una voluntad sancionadora real frente a los infractores.
Como madre y como abogado me ha tocado defender los derechos educativos de los niños cuando estos han sido vulnerados por aquellos sobre quienes recae la obligación de atenderlos educativamente, tarea que he realizado durante unos 20 años de ejercicio profesional y que me ha permitido aprender algunas cosas que pueden ayudarte como padre o como docente a dejar la mejor herencia para tus hijos: la educación que merecen y a la que tienen derecho: una Buena Educación, en su más amplio sentido.
Porque creo que
Y de todo eso, va este blog.
Bienvenido.